
Detrás del submarino Titán, OceanGate, una empresa ya criticada
Con el submarino Titán desaparecido no muy lejos de los restos del Titanic, todas las miradas están puestas en OceanGate, la empresa detrás de estas expediciones submarinas, que ya ha tenido una buena cantidad de críticas desde el comienzo de su aventura.
Publicado en :
Con el submarino Titán aún desaparecido el miércoles (21 de junio), comienzan a surgir informes sobre el caótico viaje de OceanGate, la compañía que promete llevar pasajeros a los restos del Titanic.
Se trata de batallas internas en torno a la seguridad del sumergible, de la advertencia de una treintena de expertos en el desarrollo de “vehículos submarinos tripulados”, de denuncias judiciales de antiguos “turistas submarinos” y de testimonios críticos que se acumulan.
“Controladores de videojuegos” para controlar el Titán
“Al firmar la renuncia [de responsabilité]la muerte se menciona tres veces en la primera página”, le dijo a la BBC Mike Reiss, un productor de televisión estadounidense que participó en una de las expediciones de OceanGate a bordo del Titán.
Menciones que también sorprendieron al periodista estadounidense David Pogue, que había sido invitado en noviembre de 2022 a realizar un descenso hacia el Titanic para realizar un reportaje para el canal CBS.
La aventura no había sido fácil, y dejó un regusto mixto en el famoso periodista tecnológico. “Hay un lado MacGyver en los acabados de este sumergible. Quiero decir, usaron tuberías de construcción como lastre [les réservoirs ou cuves d’eau de mer utilisés dans un sous-marin, NDLR] y para navegar el Titán usan controladores de consolas de videojuegos”, dijo David Pogue.
Las comunicaciones con la superficie también habían dejado de funcionar una vez llegados a los casi 4.000 metros de profundidad… Cosa que no debía pasar ya que es la nave en la superficie la que debe guiar al sumergible para garantizar la seguridad del avance.
Una pareja estadounidense estaba tan descontenta con su experiencia con OceanGates que demandó a Stockton Rush, director ejecutivo de OceanGate (que se encuentra entre los desaparecidos a bordo del Titán actualmente), en la corte para el reembolso en febrero de 2023. Hay que decir que no habían podido descender en busca del famoso naufragio del Titanic porque OceanGate tuvo que realizar pruebas técnicas adicionales en su Titán.
Es decir, a finales de 2022 y principios de 2023, unos meses antes de esta última expedición, quedaban dudas sobre la fiabilidad del submarino, desarrollado desde hace diez años por OceanGate.
¿Dónde están las pruebas?
La ambición de Stockton Rush de inaugurar una nueva forma de “turismo extremo” a 4.000 metros de profundidad ya había encontrado obstáculos para soñar en círculos antes. Empezando por un detractor interno.
En enero de 2018, David Lochridge, director de operaciones marítimas de OceanGate, recibió las llaves del Titán para una inspección final después de que el equipo de ingeniería terminara el trabajo. El informe de este veterano de la industria submarina resultó ser muy crítico.
Tanto es así que, como consecuencia, los líderes de OceanGate decidieron deshacerse de este siniestro pájaro. Un despido que fue impugnado en los tribunales. Esta batalla legal dio dar lugar a un gran desempaque respecto Las reservas de David Lochridge sobre la seguridad del Titán.
En el centro de las declaraciones de este experto, la resistencia del casco, que nunca había sido probado para llegar a los 4.000 metros de profundidad. Ni siquiera había sido diseñado para eso, ya que la empresa que había fabricado la proa del sumergible sólo había asegurado su durabilidad hasta los 1.300 metros de profundidad. Para una garantía de hasta 4000 metros de profundidad, había que pagar un extra, lo que OceanGate se negó a hacer.
Pruebas aún más esenciales a los ojos de David Lochridge, ya que el Titán fue el primer sumergible que quiso descender a esta profundidad con un casco compuesto de fibra de carbono en lugar de acero. Un material que “puede ser más ligero y más duro que el acero lo que puede mejorar la navegabilidad del sumergible. Pero también es un material que puede estar sujeto a fallas repentinas bajo presión”, explica el sitio de tecnología Techrunch. Y la presión es muy fuerte a 4.000 metros de profundidad.
“Los pasajeros que pagan no estarían al tanto ni informados de este diseño experimental, la falta de pruebas no destructivas del casco y el hecho de que se usaron materiales inflamables peligrosos dentro del sumergible”, resume David Lochridge en su demanda legal contra OceanGate.
38 expertos enojados
Las críticas dejadas de lado por la sociedad estadounidense que argumentaba que David Lochridge solo buscaba venganza y no tenía una formación en ingeniería de todos modos.
Las reseñas de expertos indiscutibles no tardaron en llegar. Unos meses después, se envió una carta de 38 especialistas a Stockton Rush pidiéndole que no lanzara envíos marítimos de su prototipo “experimental”. Esta carta, que el New York Times pudo recuperaradvierte de las consecuencias que podrían ser “catastróficas” para los ocupantes del Titán si este se sumergiera sin haber recibido la debida certificación.
Los autores de la carta están alarmados, de hecho, por el hecho de que OceanGate se niegue a presentar su dispositivo a un organismo de verificación independiente. “Somos conscientes de que esto requerirá tiempo y dinero adicionales, pero lo consideramos un paso fundamental para garantizar la protección de todos los pasajeros. [du Titan]“, concluyen estos expertos de la Sociedad de Tecnología Marítima.
Pero a Stockton Rush no le importaba. En una publicación de blog en el sitio web oficial de OceanGate, lanzado un año después argumenta que la mayoría de los accidentes son causados por errores humanos. “En consecuencia, centrarse únicamente en la certificación técnica del buque no permite hacer frente a los riesgos operacionales”, subraya.
En una entrevista con la revista Smithsonian, también justifica su negativa a someterse al ojo inquisitivo de un organismo independiente por una oposición ideológica a demasiadas reglas: “Es un sector terriblemente seguro porque hay todas estas regulaciones. Pero, no hay, no ha habido muchas innovaciones, no… por toda esta normativa”, dice el hombre que se presenta ante todo como un innovador.
También se aseguró de no tener ninguna obligación con los reguladores ya que el Titán está registrado legalmente en las Bahamas y no opera en aguas territoriales de EE. UU. En otras palabras, sus actividades no están sujetas a ninguna obligación bajo la ley estadounidense. OceanGate parece así haber sido una extensión en el campo de la aventura submarina de la filosofía de Silicon Valley, tal y como se resume en el eslogan “Move fast and break things” (muévete rápido, a riesgo de romper cosas).