EE. UU. busca reparar los tensos lazos saudíes con un segundo viaje de alto nivel
¿EL FIN DEL PETRÓLEO POR SEGURIDAD?
Dos cambios a largo plazo se suman a los desafíos que enfrenta Blinken.
Primero, el pilar de larga data de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita, la provisión de seguridad por parte de Estados Unidos a cambio de suministros constantes de petróleo saudí, se ha marchitado.
Estados Unidos, ahora el principal productor de petróleo del mundo, ya no depende tanto del crudo saudí como lo era en la década de 1970.
“Ambos lados de la ecuación, el acceso preferencial a la energía saudí y la defensa estadounidense de Arabia Saudita contra los desafíos extranjeros, parecen haberse ido”, dijo Chas Freeman, exembajador de Estados Unidos en Arabia Saudita.
En segundo lugar, el ascenso de China, ahora el mayor comprador de petróleo saudita y la mayor fuente de importaciones saudíes, así como el llamado “pivote” estadounidense hacia Asia, han llevado a Riad a cubrir sus apuestas geopolíticas.
“En la Guerra Fría, Estados Unidos podía contar con los saudíes para respaldar sus grandes iniciativas estratégicas. Cuando terminó la Guerra Fría, los saudíes no tenían muchas opciones”, dijo el profesor de Texas A & M, Gregory Gause.
“Ahora tienen opciones”, agregó. “El período de unipolaridad estadounidense básicamente ha terminado y los saudíes lo entienden y están viendo otras opciones”.
En una señal de lealtades en evolución, Arabia Saudita e Irán dijeron en marzo que planeaban restablecer relaciones diplomáticas después de conversaciones no reveladas en Beijing.
RELACIONES NORMALES CON ISRAEL IMPROBABLES
Por muy tensas que sean, es poco probable que se produzca una verdadera ruptura en los lazos porque Riad necesita que el ejército estadounidense asegure el flujo de petróleo del Golfo -un papel que ni China ni Rusia, que ha ampliado su influencia en la región, parecen estar preparados para desempeñar- y Washington quiere Riyadh para moderar los precios mundiales del petróleo.
Aún así, es poco probable que EE. UU. logre un objetivo en el corto plazo: convencer a Riyadh de seguir el movimiento de 2020 de las naciones árabes, incluidos los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, para normalizar las relaciones con Israel bajo los llamados Acuerdos de Abraham.
El miércoles, la principal diplomática estadounidense para Medio Oriente, Barbara Leaf, descartó como “hiperventilación” los informes de la prensa israelí sobre la posibilidad.
Ella dijo que el príncipe heredero saudita tenía otras prioridades, en particular su plan Vision 2030 para modernizar la economía de Arabia Saudita y reducir su dependencia del petróleo, y que pasos más pequeños como los intercambios deportivos podrían mejorar los lazos con Israel.
“Ese va a ser el más difícil”, dijo un funcionario del Golfo bajo condición de anonimato, sugiriendo que la normalización era poco probable mientras el rey saudí Salman estuviera vivo y el primer ministro israelí de derecha, Benjamin Netanyahu, estuviera en el poder.
