
en París, estados en funcionamiento para la “solidaridad climática”
Una cincuentena de jefes de Estado, representantes de instituciones internacionales y de la sociedad civil se reúnen este jueves y viernes en París por iniciativa de Emmanuel Macron. Su objetivo: imaginar un nuevo sistema financiero global para armar mejor a los estados más vulnerables contra el cambio climático y la pobreza.
Un “estallido de solidaridad” de los países ricos hacia los países más vulnerables al cambio climático. Una cincuentena de Jefes de Estado y de Gobierno, representantes de instituciones financieras internacionales, miembros del sector privado, expertos en clima y miembros de la sociedad civil se reúnen el jueves 22 de junio en París, por iniciativa del presidente Emmanuel Macron con un objetivo ambicioso: “construir un nuevo contrato entre el Norte y el Sur”, en palabras del Elíseo.
El Jefe de Estado anunció este proyecto en noviembre de 2022 al término de la COP27. La sesión de negociación climática terminó con una muestra de asuntos pendientes para los defensores ambientales. En las últimas horas había sido arrebatado en el hilo un acuerdo histórico que prevé la constitución de un fondo para reparar los daños climáticos que sufren los países pobres. Para esta “cumbre por un nuevo pacto financiero”, se trataba inicialmente, por tanto, de decidir concretamente el mecanismo de financiación de esta medida. “De ahora en adelante, la batalla contra la pobreza, la descarbonización de nuestra economía y la lucha por la biodiversidad están muy vinculadas”, dijo Emmanuel Macron en ese momento.
Pero a lo largo de los meses, ante las consecuencias combinadas de la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania y el cambio climático, y mientras los países del Sur se encuentran estrangulados ante una inflación galopante, las apuestas se han ampliado. En el Palais Brongniart, los cientos de actores movilizados intentarán sentar las bases para una revisión de todo el sistema financiero mundial, adaptando las instituciones de Bretton Woods que surgieron de la posguerra: el Fondo Monetario Internacional (FMI y el Banco Mundial), a los desafíos actuales.
“Estamos trabajando con urgencia para garantizar que nuestro sistema haga más por las personas y por el planeta”, aseguraron el miércoles 21 de junio 13 líderes políticos, incluidos Emmanuel Macron, Joe Biden, el canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro de Barbados, Mia Mottley, la primera ministra británica. Rishi Sunak y el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, en una columna publicada en el diario Le Monde. Todos se comprometen así a “avanzar en medidas concretas” para una “transición ecológica justa y solidaria”.
Enormes necesidades financieras
Porque las necesidades financieras de los países del Sur son colosales. Un Panel Independiente de Expertos en Financiamiento para el Cambio Climático, creado bajo los auspicios de las Naciones Unidas, estimó en 2022 que los países en desarrollo, además de China, tendrá que gastar más de 2 billones de dólares al año para 2030 para su desarrollo y para responder a la crisis climática y de biodiversidad.
Por su parte, la ONG Oxfam estima que Habrá que movilizar 27 billones de dólares para “combatir la pobreza, la desigualdad y abordar el cambio climático en los países en desarrollo” para 2030, o unos 3.900 millones de dólares al año. El Banco Mundial, en su plan de acción climática 2021, tablas más de 4 billones de dólares al año hasta 2030 de las inversiones necesarias para construir la infraestructura que satisfaga las necesidades de los países en desarrollo. Cualquiera que sea la cantidad tomada en cuenta, la cuenta está lejos de allí.
Durante esta “cumbre por un nuevo pacto financiero global”, los Estados no se meterán la mano en la cartera sino que deberán discutir los medios de financiación más eficaces. Y los primeros en la agenda son los derivados de compromisos ya establecidos. “Los países desarrollados ya se habían comprometido a asignar el 0,7% de su riqueza a los países en desarrollo y a contribuir con 100.000 millones de dólares para el clima. Pero hasta ahora, estos fondos se han distribuido solo parcialmente, si es que alguna vez se han distribuido”, denunció Désiré Assogbavi, directora de ONE para la Francofonía. África durante una conferencia de prensa el martes 20 de junio.
En junio de 2021, los países del G20 también se comprometieron a reasignar a los países en desarrollo $ 100 mil millones en derechos especiales de giro (DEG), una moneda de reserva del FMI. Estos DEG son proporcionales al capital de un Estado, por lo que los países ricos son lógicamente los mayores tenedores y se habían comprometido a redistribuir parte de ellos.
“Esta medida se ha topado con un bloqueo en la zona euro, pero podría resolverse fácilmente con una decisión política”, explica el activista, que pide que se levante este bloqueo “antes de fin de año”. “En el último día de la cumbre, esperamos que se anuncien mecanismos muy claros para poner en marcha cada uno de estos compromisos”.
Impuestos sobre los principales contaminadores o transacciones financieras
Al mismo tiempo, será cuestión de pensar en nuevas fuentes de financiación. Dentro de la sociedad civil, varias asociaciones y ONG ya están presentando varias ideas. Llaman, primero, a establecer impuestos a los mayores contaminadores, en particular a las empresas de combustibles fósiles, señalando con el dedo “su responsabilidad histórica en el caos climático”. Principios de junio, 12 asociaciones han lanzado una petición a Emmanuel Macron para pedirle que gravara la industria fósil. Habían obtenido más de 24.000 firmas para el 20 de junio. “Este impuesto nos permitiría recaudar hasta 300.000 billones de dólares”, insiste Fanny Petitbon, responsable de incidencia de la ONG CARE France.
“¿Por qué no, también, establecer impuesto a las transacciones financieras lo que generaría una ganancia de 440 mil millones de dólares”, cuestiona. El principio de este impuesto es simple: dada la escala de las transacciones que se realizan en los mercados financieros, bastaría con aplicar un impuesto a una tasa bajísima para recaudar ingresos fiscales, sin afectar el funcionamiento de los mercados.
Antes de la apertura de la cumbre, sólo parece surgir un consenso sobre una fiscalidad del transporte marítimo que podría generar, según el Banco Mundial, entre 60 y 80 mil millones de dólares al año. “El tema podría materializarse en julio durante la reunión de la Organización Marítima Internacional”, saluda Fanny Petitbon. “Pero la cuestión del uso del dinero aún tendrá que decidirse. Mientras que algunos abogan por que se destine a los países en desarrollo, otros piden que se utilice para la descarbonización del sector marítimo”.
aliviar deudas
Además del tema principal de la financiación, el otro tema sobre la mesa de discusión será el relativo a la deuda de los países en desarrollo. “El servicio de la deuda de los países del Sur está en su punto más alto desde finales de la década de 1990 y El 93 % de los países más vulnerables a los desastres climáticos están agobiados por la deudao no muy lejos”, lamenta Lison Rehbinder, Defensora de la Financiación del Desarrollo de la ONG CCFD-Terre Solidaire. “Hoy en día, los países en crisis se ven obligados a pagar sus deudas a los estados acreedores, a las instituciones financieras y a los bancos privados y esto les impide de invertir en servicios públicos o en la lucha contra el cambio climático”, denuncia.
Por el momento, según el cabildero, el proyecto en discusión consistiría en introducir cláusulas en los contratos de préstamo que permitirían suspender los pagos en caso de un desastre climático. Una medida adoptada excepcionalmente por el G20 durante la pandemia, que pasaría a ser automática. “Pero tenemos que ir más allá y pensar en una condonación mayor de la deuda”, llama. “Solo esto permitirá que los países saquen la cabeza del agua”.
Una observación compartida por Harjeet Singh, jefe de estrategia política global de Climate Action Network International. “Los países más ricos siguen otorgando a los países del Sur esencialmente préstamos. En 2020, las donaciones representaron solo el 26% de la financiación climática comprometida”, lamenta. “La lucha contra el cambio climático debe salir rápidamente de esta lógica de ganancias”.
Tantas medidas, argumentan las asociaciones, que sólo serán posibles si los grandes bancos multilaterales de desarrollo, en primer lugar el Banco Mundial, son más audaces en su política crediticia.
Una hoja de ruta
Francia reconoce, sin embargo, que París “no tendrá capacidad de decisión” durante esta cumbre. Según Elysée, pretende sobre todo establecer una hoja de ruta para los próximos meses. Una especie de guía que servirá en la próxima cumbre del G20, el próximo septiembre en India, para las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial en octubre, y por supuesto en la próxima COP28 en Dubái, a principios de diciembre.
“Este evento ayudará a poner muchos temas importantes en el centro de las discusiones internacionales”, dice Cécile Duflot, presidenta de la ONG Oxfam. “Desafortunadamente, todavía es demasiado poco ambicioso cuando no podemos esperar más para implementar soluciones a gran escala”.
“No es el dinero lo que falta sino la voluntad política. Los jefes de Gobierno ahora deben asumir sus responsabilidades”, abunda por su parte Fanny Petitbon. “Porque más allá de la financiación, se trata ni más ni menos que de reconstruir la confianza entre los países del Norte y del Sur”.